18 de febrero de 2009

Florentino debe dar el paso


El madridismo perdió el norte el 2 de julio de 2006. Ese día las urnas electorales (que no las elecciones) proclamaron presidente a Ramón Calderón. El mismo día que gran parte de la masa social, abducida por una prensa deportiva sibilinamente manipuladora y mentirosa, abucheó al mejor presidente que ha conocido el madridismo después de Bernabeú: Florentino Pérez Rodriguez. Pero también fue el mismo día que un grupo bastante numeroso de socios recibía con vítores y aplausos a Lorenzo Sanz, el de las timbas a cuenta ajena con el fallecido Jesús Gil. Eran tiempos de convulsión, con un club roto institucionalmente tras la dimisión de Florentino, socialmente resquebrajado con un proceso electoral turbió y aún en los juzgados y deportivamente ausente tras tres años en blanco.

Ramón Calderón no parecía el hombre indicado para reconducir toda esta situación, y con su dimisión dio la razón a los que así lo pensábamos. Ni siquiera dos títulos ligueros sirvieron al palentino para mantenerse en el cargo. La masa social nunca confió en sus malas artes, y en el recuerdo iba rememorándose y añorándose el amaneramiento doctrinal del florentinismo. Dimitido Calderón, la prensa pulsó la opinión del madridismo para llegar a una conclusión: se añora el florentinismo, a sabiendas de sus demanes en el área deportiva. Y por ello, espero que Florentino responda y lave su imagen tras su precipitada huída en febrero de 2006. El madridismo parece despertar de nuevo, como ya hizo en el 2000 dando la patada a Sanz con las dos Champions en sus encorvadas espaldas.

Pero espero y deseo que las votaciones de la masa social no se determinen en función de los nombres que ofrezca uno y otro candidato. Es el momento de debatir, dilucidar y renovar el modelo de club. Un modelo que remozó Florentino con su polvo de estrellas, con sus giras exhóticas y con el brillo del galacticismo, pero que ha vuelto a marchitarse con el color grisáceo del periodo de Calderón. Es hora de debatir el posible traslado del Santiago Bernabeú, el cambio de unos estatutos despóticos y el aprovechamiento de una verdadera mina como es Valdebebas, por encima de nombres como Cristiano Ronaldo, Kaka o Messi. Y confió ciegamente en la capacidad de Pérez para desempolvar el club, despojarlo del caciquismo de los "chicos de Carvajal" (Raúl, Guti y Salgado) y colocarlo de nuevo a la cabeza del fútbol mundial. Por la vuelta a la una normalidad olvidada, digo sí a Florentino.

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